martes, 29 de julio de 2014

Entrevista a Carlos J. Arribas «Carloco»

CUENTERO Y MAESTRO DE EDUCACIÓN INFANTIL, con buena mano y buen repertorio de cuentos para que los niños más exigentes y revoltosos rían, canten, lloren, se emocionen, conozcan más y mejor, y se sorprendan con sus cuentos y con la vida. Desde hace años va surcando también el camino de la narración oral para adultos. Los viajes le sientan bien, es, tal vez, junto con la convivencia con otros cuenteros y su afán de conocer nuevos libros, la gasolina con la que su actividad creativa se multiplica. Lo entrevistamos en mitad de esta expedición por tierras paraguayas.

¿Cuándo Carloco y cuando Carlos J. Arribas? ¿Hay diferencia entre estos dos narradores?
El apodo de Carloco viene de mi época de universidad, en aquel entonces la hija de una compañera me llamaba así porque jugaba mucho con ella mientras «los mayores» hablaban. Para los niños, el adulto que juega como ellos está un poco loco, y ella me llamaba Carloco. Coincidió que empezaba con los cuentos y se me fue quedando. A veces se me plantea la duda de cómo presentarme en los carteles ya que muchos amigos incluso ya me conocen como Carloco.

¿Aparte de los cuentos qué te ha traído a Paraguay?
El respirar un aire nuevo, conocer y aprender de una cultura diferente, compartir con los compañeros y, sobre todo, ver y sentir ese Paraguay del que tanto nos habló el amigo Marco Flecha.

Como maestro de educación infantil, ¿Recomiendas a los demás profesores de los beneficios del cuento para enseñar bien o se puede ser buen maestro sin saber contar cuentos a los niños? Los cuentos siempre son recomendables en todos los momentos de la vida, y por supuesto, también como recurso en el aula. Con los cuentos se puede trabajar muchas temáticas, intereses y situaciones que se originan en un aula, generar otras que propicien un diálogo; podemos lograr que se sientan identificados con los personajes y sus conflictos, y, cómo no, divertir, fomentar la escucha, que no deja de ser un aprendizaje, y el pensamiento crítico. Los cuentos suelen estar muy presentes en las aulas de infantil.

Algunos narradores que se consideran profesionales solo por vivir del cuento tachan de intrusos a quienes tienen otra profesión, y a menudo los ven con malos ojos por que pueden quitarle el trabajo. ¿Qué les dirías a los que piensan de esta manera?
Últimamente me está llegando esa opinión y la verdad es que me entristece que haya personas que puedan pensar así, ya que no considero que nadie me haya regalado nada. Cierto es que me considero afortunado, pues puedo compaginar mis dos pasiones: la escuela y la narración, pero también esto me supone un esfuerzo doble y renunciar a cosas. Empecé a contar hace unos doce años y llevo ejerciendo de maestro de infantil casi diez años, con lo cual esa calificación de «intruso» ya me importa poco, las dos profesiones son maravillosas, compatible, y tienen la palabra como nexo de unión... trato de darle la misma seriedad a ambas.

¿Cuáles son las ventajas y desventajas que te ofrece tu situación actual en la que puedes contar sin vivir del cuento?
Lo importante no es vivir del cuento, sino no vivir sin cuentos. Lógicamente la ventaja más evidente es que tengo un respaldo laboral y económico con la escuela. También esta situación me impide acceder al mismo mercado y proyectos que otros compañeros y, como decía antes, supone también esfuerzos como por ejemplo, salir del colegio a las 15:00 h para conducir tres horas ida y tres horas de vuelta para hacer una función de cuentos. Otra ventaja es que puedo contar a diario a mis alumnos y ver lo que funciona o no con un cuento que haya preparado. Pero insisto, nadie me regaló nada.

¿Qué te ha ocurrido más veces enamorarte de un cuento o contar para enamorar? ¿El amor ha sido fuente principal de tu repertorio de cuentos?
Los cuentos están hechos de palabras y las palabras pueden llegar a enamorar. En cierto modo, cuando cuentas pretendes «enamorar» a quien te escucha, pero intuyo que tu pregunta, querido Alfredo, va por otro sitio, y te cuento que en alguna ocasión encontré el amor con los cuentos de fondo, pero también puede enamorarte la mirada de quien te escucha. En mi repertorio hay lugar también para los relatos de amor, de hecho junto a Alicia Bululú tengo una función de cuentos de amor, mar y muerte, llamada Damorte.

Estás invitado al próximo Festival Internacional de Narración Oral Abrapalabra de Colombia... ¿qué será de ti en Colombia?

Junto a esta gira por Paraguay ha sido la mayor alegría profesional desde hace tiempo. Abrapalabra es más que un festival, es una fiesta de la palabra y uno de los eventos más importantes de América Latina y, por tanto, del mundo. Es un inmenso orgullo haber sido invitado a Abrapalabra. Estuve varias ocasiones en Colombia en diferentes Festivales (Akuentajui, Chía, Girón, Santa Marta, Chiquinquirá…) y es una tierra y una gente muy importante y querida para mí.


¿El que cuenta piensa o el que piensa cuenta?
Me hiciste pensar para contarte mi respuesta, así es que lo segundo.

¿Qué libro o libros te acompañan en este viaje a Paraguay?
Una pequeña novela de Nell Leyshon llamada Del color de la leche, un libro de relatos de Alice Munro llamado Demasiada felicidad y recientemente me compré aquí un libro de cuentos del escritor paraguayo Mario Halley Mora.

¿Un cuento lleva a otro cuento?
Sin duda.

¿A qué cuentero no te cansarías nunca de escuchar?
A los niños que siempre tienen una historia que contarte (y si no la tienen se la inventan) y a los abuelos que recuerdan emocionados alguna historia. Por lo demás, no considero bueno idealizar y mitificar a ningún cuentero.

Tres cosas que no te gustan en un cuento:
La divagación, la inclusión forzada de elementos en el relato y confundir cuento con monólogo humorístico.

Tres cosas que no deberían nunca faltar en un cuento:
Claridad, un buen final y, sobre todo, una trama que te cautive.

¿Cuál es tu cuento preferido?
No tengo un solo cuento preferido.

En España, ¿cuál es el problema fundamental de la profesión?
Varios en mi opinión. La no valoración de esta profesión es uno de ellos, tanto por parte de estamentos públicos y privados como por parte de gran parte de nuestra sociedad. En eso trabajamos, en la dignificación de la profesión.

¿En qué lugar que aún no hayas estado te gustaría contar un cuento?
En todos en los que no estuve aún.

¿El cuento o la vida?
La vida, que por otra parte, es puro cuento.

¿Contar solo o acompañado?
Mi experiencia con la función de Damorte es muy buena aunque normalmente cuento solo.

¿Hay más cuento del que no vemos?
Un cuento se hace de uno cuando se cuenta, a veces no se cuenta todo y a veces se cuenta más.

Un libro de teoría sobre la narración oral que no dejarías de recomendar:
Recomiendo contar sin ceñirse demasiado a ningún libro, al menos en los inicios.

¿Contando se entiende la gente?
Eso espero…

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